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jueves, 9 de diciembre de 2010

HISTORIAS DE MIEDO

AVISO: A quien sea miedoso que no lea estas historias reales, ¿Que os han parecido? Decirlo en vuestro blog.

PRIIMERA HISTORIA:


Verónica era una chica de 16 años. Un fin de semana se fue con unos amigos a su casa del pueblo y propuso un plan: hacer espiritismo. A Verónica le encantaban las historias de miedo y no creía para nada en ellas, pero se divertía viendo la cara de pánico de sus amigas. La primera noche bajaron al sótano de la casa, se sentaron formando un círculo y empezaron a contar historias de miedo. Verónica se aburría y propuso algo más divertido: hacer que los fantasmas vinieran, ¡invocarlos! Después de varios intentos, allí no pasaba nada, aunque las caras dejaban claro que ¡todas estaban cagadas de miedo! La oscuridad de la habitación y las voces en susurros ayudaban… Y Verónica, para hacer ver a sus amigas que no pasaba nada y que todo era mentira, se rió una y otra vez de los fantasmas. De repente, se oyó un sonido extraño y en un abrir y cerrar de ojos una silla cobró vida y la golpeó en la cabeza. Verónica cayó al suelo y ya no se levantó, murió en el acto. Sus amigas corrieron espantadas de allí.

Aunque todos la dieron por muerta, el espíritu de Verónica sigue vivo y se aparece siempre que alguien se burla del más allá, como lo hacía ella en vida.

Ana era una chica de 14 años, como Verónica. Un día le contaron la historia en su insti y sus amigos la picaron para que probara si era verdad o no. La leyenda afirma que si dices nueve veces el nombre de Verónica delante de un espejo, ella se te aparece. Ana lo probó en el baño del insti por quedar bien ante sus amigos, y una chica la espió para ver si de verdad lo hacía. No pasó nada, aunque la pesadilla de Ana acababa de empezar y nada fue igual para ella desde ese momento. Esa misma noche se despertó de repente y empezó a oír leves susurros cerca de su cara, como si alguien estuviera ahí, a su lado. Ana se levantó enseguida y encendió la luz, pero ¡no había nadie! Aun así, no pudo conciliar el sueño en ¡toda la noche!

Al día siguiente, Ana acudió como de costumbre al insti, pero no comentó nada a sus compañeros de lo sucedido en su habitación. Aun así estaba muerta de miedo y salió en mitad de una clase corriendo al baño a lavarse la cara para intentar refrescarse un poco. Ana sintió un frío aplastante cuando entró al baño, pero no le dio mucha importancia porque estaban en invierno y era algo normal en su ciudad. Los cristales estaban llenos de vaho y la chica lo quitó con sus manos para mirarse en el espejo, pero, de repente, ¡vio reflejada a una chica detrás de ella! Era una chica que nunca había visto, con una expresión rara en su cara y con la cabeza ensangrentada. La visión solo duró unas décimas de segundo, pero fue suficiente para que Ana sintiera más miedo y pensara que estaba alucinando por culpa del cansancio.

Ana decidió que lo mejor era volver a clase, pero antes se miró otra vez en el espejo para ver si la visión volvía o eran tonterías suyas. La chica extraña no apareció, pero lo que Ana vio fue una frase escrita en el espejo: “Soy Verónica. No debiste invitarme”. Ana se volvió loca y empezó a gritar, pero cuando sus compis fueron a ver qué pasaba ¡la frase había desaparecido! Desde entonces Ana está en un manicomio y solo habla para decir que Verónica ha venido a visitarla.(LAURA, ÁVILA)


SEGUNA HISTORIA:

Una noche estábamos cuatro amigas viendo unas pelis de terror y se nos ocurrió bajar al sótano. Nos habían contado que a veces se aparecía un muerto ahí abajo, pero no lo creíamos. Se nos ocurrió jugar a la botellita, la que perdiera tendría que bajar y entrar al sótano ¡sola!

Maira fue la perdedora y entró al sótano, mientras nosotras no podíamos parar de reír, pero también sentíamos un poco de miedo. Al cabo de un rato se empezaron a escuchar muchos ruidos que salían del sótano y oímos un grito de espanto y ¡nos dio mucho miedo! De repente, salió volando por la puerta una pulsera que le habíamos regalado a Maira cuando cumplió los 15. Empezamos a pensar que ella estaba de broma y esperamos a que saliera, pero nos quedamos dormidas.

Al día siguiente no la encontramos por ningún lado y nos daba pánico entrar al sótano. Llamamos a sus padres y también a la policía. La policía llegó a casa antes que ellos y entraron al sótano con una lámpara, porque allí no había luz. Enseguida encontraron a nuestra amiga muerta… Los policías cerraron el caso porque no encontraron una explicación de lo que pasó. Nosotras, seis años después, ¡aún no hemos podido olvidar!
MaRiia (Málaga)

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